domingo, febrero 19, 2006

VERGÜENZA SOBREVENIDA.



La puntería de Jesús Flores Thies se mantiene en buen estado y hoy enseña el triste mundo de los que tienen una historia vergonzosa: que su padre, su abuelo o un tío fueron fusilados por leales republicanos. Con esos títulos de propiedad anímica no se puede ser lo bastante progresista: siempre habrá quien lo recuerde y lo saque. Tú calla, "facista", que a tu agüelo nos lo cargamos en el 39 porque ya te veíamos venir.

Al menos, unos muertos que ya estaban silenciados van a servir para mortificar -¿lo cogen?- a unos "vivos" -¿lo cogen también?- decididos a chupar del bote caiga quien hubiera caído. Que oración tan dífícil. Puede romper la sintaxis a más de uno.

Pero el caso es que la vergüenza llega por extraños caminos. Este rector conoce a un clérigo que, con motivo de una venida de Franco a la ciudad, iba tras él gritando "soy hermano de caído". Caído afusilado, para más detalles. Y no hace tanto el cura, que se había reconvertido, decía a un conocido que encargó unas misas por Franco: "Yo por asesinos no digo misas". O sea, ahí les duele. Nada como las veletas para que duelan a modo los cambios de tiempo.

De ámbito más nacional es aquello del Solana telefónico, no el ministro, que soltó que a su padre lo habían matado los falangistas, siendo como era una víctima de Paracuellos o de la Cárcel Modelo. Y si la memoria no nos falla creemos que Buero Vallejo dijo algo semejante, cuando su padre había sido exterminado en plena legalidad republicana de Guadalajara, cuando se armó la que permitieron gentes con tan poca memoria.

El Rector Osborne, que mira-atrás-con-ira.