domingo, febrero 12, 2006

TALIBAN CON FUSILA Y CIMITARRA

JOTA EFE, el dibujante exacto, se ha molestado en firmar Jota Efe en catacteres arábigos. Léanse de derecha a izquierda y pronúnciense como Dios quiera.

Ya no hay guerras como las de antes. Ni siquiera hay frente. Quien domina el aire tiene la guerra, y los de a pie a mirar si caen del lado bueno o del malo. Eso ha pasado con nuestro ejército, que no podía hacer de invasor en Irak pero sí en Afganistán. Nuestro Ejército es pequeño pero benéfico. No hiere a los mahometanos porque curarlos luego sale muy caro. No se queja del vaivén de sus unidades, pese a que Andorra es una clara amenaza. Se santigua antes de subirse a helicópteros y aviones de transporte y, desde luego, usa la flema española que deja chiquita a la inglesa que es la famosa.

Rodeados y bombardeados a diario en Diguaniya (Irak) hacían vida normal, entrenaban en las armas a iraquíes más o menos pacíficos, y se aguantaban las naturales ganas de escarmentar a los belicosos nativos, que no sabían que los ejércitos de España suelen perjudicar a los malos. Luego les dieron la orden de retirada y, cuando salían de sus últimas posiciones, norteamericanos y portugueses les hicieron la gallina.

Ahora, en Afganistan, en misión de paz armada, algún tirito tienen que dar, pero son tiros pacíficos y de poco esfuerzo. Por eso, en medio de un frente mezclado, cuando el que viene por detrás puede ser cristiano o talibán, el soldado español tiene que leer "La guerra de las Galias" para saber qué es una guerra de verdad. Ellos no son policías ni monjas, y alguien tendría que explicar a su ministro que cuando se saca al ejército es para acometer y pegar tiros, no para sentarse en una piedra y esperar a que lo cacen.