TRES GENERALES
Podría empezarse así un romance viejo:
"Éranse tres generales
contra la pared clavados:
Uno tenía ceguera;
otro, cansado del mando,
ya no quería escuchar;
y el que se estaba callado
lo oía y veía todo
pero estaba muy cansado
y no podía ni hablar."
Bien traído está porque la modernidad requiere que los ejércitos callen y traguen, que miren para otro lado si se conculca el orden jurídico y que no escuchen las voces de las gentes oprimidas por el turbio velo del poder. La partitocracia se nos aparece demasiadas veces como un sistema donde sólo los políticos son libres de hacer y decir. Nadie más.
A. Robsy.
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